Los animales domésticos son parte de la vida de los niños. Un niño que aprende a respetar a un animal, a tratarlo con cariño y con paciencia, adquiere un valioso aprendizaje en cuanto a tratar a las personas de igual manera. Además desarrolla sentimientos positivos hacia el animal, lo que contribuye a la autoestima y la autoconfianza del niño. Los niños más pequeños se acercan al mundo de los animales gracias a las canciones y los cuentos, historias sencillas mediante las que crean una empatía con los animales.
MI PERRO PIANISTA
Mi perrito Sultán toca el piano y canta, como cierra los ojitos, las partituras se salta, al ritmo de sus ladridos las orejas levanta.
Al gato Gran Duque la música le espanta, corre a esconderse debajo de la cama.
Mi perro Sultán toca el piano y canta.Yo le llevo su comida, y él no come de nada.
Sobrevuelan el teclado, corcheas, negras y blancas.
Con aires de concertista Sultán jamás se cansa.
Mi perrito nunca afina y su música me encanta.
MATEO Y SU GATO ROJO
A Mateo le regalaron un lindo cuaderno de tapa dura. Grande y celeste, de paginas blanquísimas; sin líneas, que invitaban a dibujar. Tomó un lápiz rojo y dibujo un gato que estaba contento. Casi podía oír su ronroneo. Se fue a dormir satisfecho, pensando en su gato rojo y feliz. Pero al otro día, al abrir el cuaderno, el gato había perdido su sonrisa. Mateo se preocupo y pensó que tenia hambre. Entonces le dibujo un plato con leche y cerro el cuaderno. Lo primero que hacia al levantarse era abrir el cuaderno para ver como seguía su gato. Esta vez tenia mejor semblante, pero igual no parecía muy feliz.
Mateo pensó que más necesitaba. Dibujo entonces un almohadón mullido para que no tuviera frio. Luego, un ovillo de lana y una pelota saltarina, pero no dio resultado. A la noche se le ocurrió una buena idea. Tomó el cuaderno, pintó un ratón de largos bigotes y se ocupó especialmente de dibujarle una gran sonrisa. En medio de su sueño una idea lo sobresaltó, abrió el cuaderno y le agregó un cartel que decía: “ Por favor, no me comas”. También dibujo un pedazo de queso. Ahora se hacían compañía. A veces encontraba al ratón durmiendo en el lomo del gato o al gato lamiendo al ratón. Pero al cabo de un tiempo, tanto el ratón como el gato, habían perdido su sonrisa.
Mateo ya no dormía. A veces, abría apenas el cuaderno y espiaba entre las hojas. Pero estaba seguro, algo andaba mal. Estuvo pensando largo tiempo hasta que comprendió. Abrió el cuaderno y dibujó una ventana abierta, una luna y un cielo de estrellas.
A la mañana siguiente, las hojas de su cuaderno volvieron a ser blanquísimas, sin líneas e invitaban de nuevo a dibujar.
EL PERRO QUE SABE IDIOMAS
Dime con quien andas y te diré quien eres, y Tú eres un chihuahua, le dijo su dueño a Hanna, una perrita de esa raza que convive con 34 gatos y ha adoptado sus costumbre, asombrado a la comunidad científica llevó a Hanna, al comprobar que ha adoptado los signos del comportamiento felino. Hanna prefiere los carretes de hilo a los huesos y perseguir los ratones de juguete de sus compañeros felinos. Incluso los ladridos de Hanna parecen maullidos y hasta adopta las posturas de los gatos cuando juega.
Su dueño dice que es como aquel cuento del perro culto.
Un perro vagabundo iba por el mundo diciendo ¡guau!, ¡guau!.
Y otro perro vagabundo iba por el prado diciendo ¡guau!, ¡guau!.
Apareció un perro elegante, con collar brillante, y abrigo de ante, diciendo ¡miau!, ¡miau!
-¿Qué dices?- le dijeron los perros sin amo. – No te entendemos, hermano.
– Digo ¡miau!, ¡miau! porque se idiomas.
LA LIEBRE Y LA TORTURGA
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque todos decían que era la mas veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.
-¡Mirad la tortuga! ¿Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan deprisa! – Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, la tortuga, molesta de las burlas, decidió hacerle una rara apuesta a la liebre.
– Estoy segura de poder ganarte una carrera – le dijo.
– ¿A mí? – preguntó, asombrada, la liebre.
– Pues si, a tí. Veamos quien gana la carrera.
La liebre, muy divertida, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Comenzó la carrera entre grandes aplausos. Confiaba en su ligereza, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura! Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacito, pero, eso si, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo. Se detuvo al lado del camino y se sentó a descansar. Cuando la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una vez más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha. Varias veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando sin detenerse. Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.
Publicado por Cuida Tus Mascotas