Todos los que sentimos amor por los animales, hemos llevado alguna vez a un gatito callejero a casa, con la esperanza de que nuestros padres nos dejaran quedárnoslo para siempre. Aunque no siempre conseguíamos la respuesta que esperábamos, por lo menos hacíamos que el pobre animalito pudiera llenarse la panza.
Ahora que muchos de aquellos niños, somos adultos y tenemos nuestro propio hogar, tenemos la posibilidad de llevar a buen puerto, nuestro más ferviente deseo de darle un buen hogar a un gato de la calle.
¿Dónde podemos adoptar un gatito?
Desgraciadamente, al igual que pasa con los perros, es posible encontrar gatos abandonados en cualquier lugar en el que nos encontremos. Si queréis adoptar a uno de estos mininos de forma segura, lo mejor es que os acerquéis a la protectora o refugio de animales que tengáis más cerca de vuestra casa. Allí, os entregarán a vuestro futuro compañero con las vacunas correspondientes, desparasitado y debidamente identificado.
¿Qué hago si tengo otro gato en casa?
Lo primero que debemos hacer, antes de introducir cualquier animal en nuestro entorno, es asegurarnos de que, tanto el que vamos a traer, como los que ya están en casa, estén perfectamente sanos.
Una vez que hemos hecho esta comprobación y que todo se encuentra en perfecto orden, debemos de presentar al nuevo inquilino de forma tranquila y relajada, dejándoles pequeños períodos de tiempo juntos, siempre bajo nuestra supervisión (que debemos ir alargando conforme vayan pasando los días), para que se vayan acostumbrando uno al otro.
Aunque os parezca un proceso demasiado lento o tedioso, os aseguramos que es lo mejor que se puede hacer, para evitar conflictos entre el gato de mayor edad (que verá al gatito como a un intruso) y el recién llegado.
¿Qué pasa si tengo un perro?
Absolutamente nada, ya que eso que dicen de que perros y gatos es imposible que se lleven bien, es falso.
La convivencia entre un perro y un gato es perfectamente posible, siempre que consigamos enseñarle a nuestro perro, cuales son los límites que debe respetar. Si conseguimos que ambos se respeten sin hacerse daño, además de poder disfrutar de una convivencia pacífica, los veremos convertirse en grandes amigos.
¿Y si es otro tipo de mascota con el que debe convivir?
Al igual que pasa con los perros, si educamos a nuestro gato para que no vea a nuestra otra mascota como una de sus presas, la paz y armonía del hogar, está más que garantizada.
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