Hace un tiempo estuvimos hablando de los peligros que acechan a nuestro perro en la calle, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en la oruga procesionaria, un lepidóptero muy frecuente en las zonas de Europa central y del Sur, el cual puede afectar muy negativamente a nuestra mascota, por lo que es importante tenerlo en cuenta.
La oruga procesionaria
Para comenzar es interesante conocer un poco mejor esta especie animal, la cual se presenta a modo de plaga y se extiende enormemente en algunas zonas. Aunque es fundamentalmente frecuente en los pinos, también se puede encontrar en algunos abetos y cedros, por lo que si existen árboles similares a nuestro alrededor, os aconsejamos que sigáis las recomendaciones de seguridad para evitar problemas.
Cuando se encuentran en estado larvario se presentan a modo de orugas, y es el momento más peligroso. Posteriormente y cuando llegan a la adultez pasan a convertirse en mariposas aunque ya no nos preocuparan en absoluto debido a que pierden esos pelos que son los que verdaderamente nos tienen que preocupar.
Desde los meses de julio a febrero del año siguiente, la oruga procesionaria se encuentra alojada en las ramas, y salvo casos muy particulares como que algunas de ellas caigan por accidente, si no nos acercamos a los árboles no existirá apenas ningún tipo de problema. Sin embargo, en los meses de abril y mayo comienzan a desplazarse por el suelo, por lo que no sólo hay que estar atentos a verlas en nuestro camino, sino que también comienzan a bajar de los pinos, por lo que si nos ponemos debajo podemos estar corriendo un importante riesgo.
Los peligros de la oruga procesionaria
Está oruga puede ser problemática tanto para humanos como para nuestros perros y otras mascotas, y el peligro radica en los tricomas, que son esos pelitos que se encuentran a lo largo de todo su cuerpo y que tienen como finalidad la de proteger a la oruga de las amenazas.
Sin embargo, estos pelos aparentemente inocentes contienen una toxina con propiedades urticantes que pueden llevar a la inflamación y a otros problemas posteriores.
Los síntomas generalmente comienzan por un fuerte escozor en la zona afectada, pudiendo desembocar en un exceso de salivación y la aparición de vómitos especialmente cuando afectan en la zona del hocico.
En el caso de que nos encontremos con esta situación es importante acudir lo antes posible a nuestro veterinario de confianza, ya que con el paso de las horas puede aparecer inflamación, ampollas, necrosis en la lengua, y en caso de ingestión produciría la inflamación del estómago y el esófago pudiendo obstruir conductos llevando al colapso y posterior fallecimiento.
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